Ciudades de papel, John Green

Titulo: Ciudades de papel
Autor: John Green
Editorial: Nube de Tinta
Páginas: 362
Saga: No
ISBN: 9788415594284
Libro enseñado en: IMM Vlog 32
Sinopsis:En su último año de instituto, Quentin no ha aprobado ni en popularidad ni en asuntos del corazón... Pero todo cambia cuando su vecina, la legendaria, inalcanzable y enigmática Margo Roth Spiegelman, se presenta en mitad de la noche para proponerle que le acompañe en un plan de venganza inaudito. Después de una intensa noche que reaviva el vínculo de una infancia compartida y parece sellar un nuevo destino para ambos, Margo desaparece dejando tras de sí un extraño cerco de pistas.

Libros del autor:

Bajo la misma estrella [Reseña]

Ciudades de papel

El teorema Katherine

Buscando a Alaska

Will Grayson, Will Grayson

He de reconocer que si me lance a leer este libro por el autor, John Green, ya que su forma de escribir me maravillo después de leer Bajo la misma estrella (reseña), pero cuando comencé a leerlo tuve claro que no iba a ser un libro con una trama parecida a ese libro, sino que solamente era un libro del mismo autor, y gracias a eso el libro me encanto.

Vivo enamorada de la forma tan original que tiene John Green de comenzar sus libros, en solo esas pocas palabras ya me tiene conquistada. Incluso antes de ponerme en serio a leer este libro lo primero que hice fue leer el primer párrafo, y en ese momento ya supe que algo especial me iba a encontrar en sus páginas. Esta historia no se parece en nada a la anterior que había leído del autor, no solo en trama sino en la forma en la que cuenta la historia y como ésta llega al lector. El narrador de la historia es Quentin, el protagonista masculino, el típico chico de instituto que tiene una vida tranquila, pero que vive enamorado de su vecina y amiga de la infancia desde que tiene uso de razón.

-Siempre me ha parecido ridículo que la gente quiera estar con alguien solo porque es guapo. Es como elegir los cereales del desayuno por el color, no por el sabor. [...]

Aunque el autor nos presente como que Quentin esta enamorado de Margo, su vecina y amiga, no es algo que se explote como tal, es decir, él no está deprimido, ni triste, ni va tras ella como un perrito faldero para que le haga caso y tener una posibilidad con ella. Es más, nos lo presenta como que cada uno sabe de la existencia del otro, pero no hablan desde hace mucho tiempo, y el comienzo de la historia es cuando ella vuelve a hablarle a él para que lo ayude a cumplir una venganza. Margo me parece un personaje misterioso y complicado, y en casi la totalidad del libro es solo un nombre que están buscando, pero las pocas veces que aparece deja bien claro como es.

La historia que encontramos en estas páginas no es una historia de amor, el autor no pretende que sea eso, es decir, Quentin no busca a Margo para demostrarle su amor, ni ella se va para que alguien la busque por ese motivo, sino que es algo más profundo que vas descubriendo a medida que lees el libro. La forma que vas descubriendo todo me ha parecido muy curiosa e interesante, no te vas esperando cual es el siguiente movimiento de los personajes y eso consigue que no sea previsible, y que disfrutes con el camino que van recorriendo los personajes.

El final es un tanto abierto y no del gusto de todos. Se consigue entender cual es el motivo que tienen todos los personajes para hacer lo que hacen, y para seguir un camino u otros, pero el autor termina la historia con un interrogatorio para que el lector imagine el final para los personajes que más desee. Es una buena forma, porque así quedan todos contentos con el final, pero a mi modo de verlo, podría haberlo terminado de una forma más cerrada y menos abstracta.

En definitiva, Ciudades de papel es una historia diferente que nos muestra los distintos caminos que puede llega a seguir una persona y como nunca podemos conocer a alguien en profundidad, por mucho tiempo que pasemos con ella, además de presentarnos unos personajes diversos que harán que el libro se haga ameno y fácil de disfrutar.

Y sentí que las líneas de su vida y de la mía se extendían desde nuestra cuna hasta el tipo muerto, desde que nos conocimos hasta ese momento. Y quise decirle que para mí el placer no era planificar, hacer o no hacer. El placer era observar nuestros hilos cruzándose, separándose y volviéndose a juntar. [...]